Hablando de revoluciones y sus particularidades

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José Manuel Tapias Ortega

-¿Y así terminó todo para Túpac Amaru II y su familia? ¡Qué final tan lamentable!

– Sí, es una lástima.

– Pero papá, ¿por qué me cuentas esos cuentos históricos los viernes? ¡Qué diferentes son! No tienen finales felices como los de los otros días de la semana. Y además, en ellos, la gente en la mayoría de las ocasiones resuelve las cosas violentamente.

– Porque sin historia no somos nada. Los derechos, los deberes, la igualdad de género, todo en sí, son logros producto de confrontaciones, digámoslo así, no muy amistosas. Aunque vale la pena tener presente, que la mayor parte del tiempo como la mayoría de los días de la semana, las cosas pueden terminar de manera alegre, sin embargo, en la vida, no siempre hay finales felices hijo, como pasa los viernes.

– ¿Pero qué motiva a la gente a luchar por todas estas cosas que mencionas? ¿Qué las hace sacrificar sus vidas?

– Sinceramente, no puedo responder de manera certera a esa pregunta. ¡Hay gente que dedica su vida entera a investigar sobre las motivaciones de un caso en específico! Pero si puedo decir al respecto, que para cada caso en particular, existen rasgos propios dependiendo del espacio y del tiempo histórico de ocurrencia, aunque si se podrían identificar ciertos aspectos generales que se presentan frecuentemente en hechos de este tipo.

– ¡Qué complicado suena todo!

– ¡Vaya que si! Dentro de algunos años hablaremos de eso con más seriedad. Buenas noches hijo.

La pregunta que inocentemente le hace el niño a su padre, tiene un trasfondo muy complejo, estudiar las causas y motivaciones, que hacen que las personas de una determinada sociedad protesten y que llevan a la realización de hechos que muchas veces reciben el nombre de “Revolucionarios”, es una tarea colosal. Empero, a través de la respuesta que dio el padre se podría hacer un bosquejo general sobre los factores que giran en torno a estos sucesos, debido a que si bien no responde concretamente a la pregunta que inicialmente le formula su hijo, si sienta ciertos indicios que se podrían utilizar para hacerse una idea de todo lo que abarcaría un análisis sobre las revoluciones que han ocurrido a lo largo de la historia. Siendo así, el objetivo de este documento será comentar a grosso modo sobre las posibles motivaciones y factores que podrían intervenir en este tipo de acontecimientos históricos, tomando como referencia algunos de los movimientos revolucionarios que se llevaron cabo en América.

En este sentido, siguiendo la lógica antes planteada, si se enfoca la atención en la respuesta del padre, se puede observar que este deja en claro que cada acontecimiento histórico que culmina con una revolución tiene unos rasgos particulares, propios de ese suceso en específico, pero también aclara que pueden existir algunos factores que se pueden presentar en diferentes hechos de este tipo. Entonces, se tienen unos rasgos singulares propios de un suceso y otros generales que pueden estar presentes en varios de estos, por lo que se hace necesario abordar estos aspectos por separado en un primer momento para después entrelazarlos, porque tratar de explicarlos de una manera simultánea seria confuso y engorroso, debido a su naturaleza aparentemente dialéctica.

Ahora bien, si se centra el análisis en los factores que pueden estar presentes en varios sucesos históricos diferentes, se tiene que traer necesariamente a la mesa de discusión al economista británico Tim Harford, quien aborda el tema de las revoluciones en la historia desde una perspectiva tendiente a generalizar ciertos factores que pueden incidir en las motivaciones que llevan a las personas a protestar, generando cambios radicales en la forma de organización de un determinado Estado. Harford (2008), en su libro “La lógica Oculta de la Vida”, sostiene que estas coyunturas históricas se pueden expresar mediante un “Modelo básico de revoluciones racionales”, el cual consiste en dos jugadores, uno que asume el papel de víctima (élites ricas) que es propenso a ser secuestrado y el otro que se acoge al papel de secuestrador (masas pobres), que si está suficientemente indignado y tiene la capacidad de organizarse, puede levantarse -o secuestrar- para crear instituciones políticas diferentes.

Empero, la clave del modelo está verdaderamente en la capacidad de credibilidad -concepto que toma de Tomas Schelling- que tiene la victima de hacer promesas que apaciguan la indignación de los secuestradores, debido a que mientras más fuertes sean las señales de veracidad implícitas en las ofertas de la víctima, menores serán las posibilidades de que sea derrocada por el secuestrador. En este sentido, el autor señala que uno de los medios más eficaces para incrementar la credibilidad son las instituciones, debido a que éstas representan un mecanismo por el cual se puede exigir el cumplimiento de las promesas y pone el ejemplo de Inglaterra, en donde el fortalecimiento del parlamento, ayudó a aumentar de manera abrumadora la credibilidad de los dirigentes, porque existía un organismo al que debían rendir cuentas. De esta manera Harford especifica que en las revoluciones generalmente hay una víctima, un secuestrador y un deseo por implantar nuevas instituciones.

No obstante, como se dijo en un principio, también existen factores que se dan solamente en casos específicos, porque por ejemplo, en la época de la colonia en el nuevo continente, existía una gama muy variopinta de actores o “jugadores” que tenían intereses muy diversos y que retrasaron la independencia de estos territorios. Así, a diferencia de como ocurría en Europa, en las nuevas regiones habían indígenas, negros, europeos nacidos en América y una gama indecible de combinaciones raciales, todos con disyuntivas bastante notables. En otras palabras, el secuestrador en el contexto antes descrito es muy diferente al de Europa debido a que le era mucho más difícil organizarse y, en efecto, como lo señala Rodríguez (2004), profesor de la Universidad de California, los que llevaban la batuta en los movimientos de independencia se consideraban británicos, franceses y españoles; por lo que actuaban en función de sus intereses particulares. Sin embargo, pese a todas estas diferencias se logró la independencia de dichos territorios cuyas disimilitudes se notan hoy en día si se comparan los múltiples Estados establecidos en el sur, en relación a los países del norte del continente.

Teniendo como referencia lo anterior, se puede afirmar que si es posible identificar varios factores que se pueden generalizar como propios de situaciones de conflicto que terminan en revoluciones, pero se tiene que tener presente que dichos factores se modifican de un caso a otro y que, en la mayoría de estos, surgen características nuevas que no están presentes en todos por igual. También es necesario aclarar en este aspecto, como lo propone Gallego (1992), que los factores que están presentes antes y después del conflicto son diferentes, debido a que lo primeros que sirven como insumos al conflicto generan a los segundos que son nuevos, por lo que para su comprensión se hace necesario estudiarlos todos en su conjunto y así mirar desde una perspectiva más integral éste fenómeno.

En este orden de ideas, si se analiza todo lo anteriormente planteado, se puede entender por qué el padre no respondió de manera concreta la pregunta que le hacia su hijo, éste tenía presente todos los aspectos anteriormente expuestos y supondría que para los efectos de la situación no valía la pena ahondar en el tema. En síntesis, siempre que se estudien aspectos relacionados con las revoluciones en la historia se debe tener en cuenta que aunque pueden existir factores persistentes en varios hechos de este tipo, como las promesas y la credibilidad, también es indispensable saber que estos factores no son iguales en todos las ocasiones y que, por el contrario, muchas veces surgen nuevos que no se habían presentado anteriormente. En este sentido, se deben analizar estos fenómenos desde ambas perspectivas debido a que analizarlos unilateralmente por uno de los dos senderos que se han trazado, constituiría una aberración, porque cada acontecimiento tiene sus particularidades que los hacen peculiares en relación a todos los demás.

Bibliografía

Gallego, J. (1992). Quince Revoluciones y Algunas Cosas Más. Madrid: MAPFRE América.

Harford, T. (2008). La Lógica Oculta de la Vida. Madrid: Ediciones Temas de Hoy, S. A. (T.H.).

Rodrígez, J. (2004). La Revolución de la Independencia en América. En F. Piñon, La Independencia en los Países Andinos: Nuevas Perspectivas. Bogotá: Organización de Estados Iberoamericanos.

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