Análisis neuronal de la toma de decisiones económicas en el juego del ultimátum

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Mariana Romero

El impacto de las emociones en el comportamiento en la toma de decisiones de las personas, por lo general ha sido minimizado o ignorado por los modelos económicos estándar del comportamiento humano, idealizando al tomador de decisiones como una máquina cognitiva perfectamente racional. Sin embargo, este supuesto ha sido cuestionado por economistas conductuales, que han identificado factores psicológicos y emocionales adicionales que influyen en la toma de decisiones.

Las limitaciones del modelo económico estándar se pueden ilustrar mediante los hallazgos empíricos del juego del ultimátum. En éste, dos jugadores tienen la oportunidad de dividir una suma de dinero. Un jugador se considera el Proponente y el otro, el Receptor. El proponente hace una oferta de cómo este dinero debe ser dividido entre los dos. El Receptor puede aceptar o rechazar su oferta. Si se acepta, el dinero se divide como fue propuesto, pero si rechaza la oferta ningún jugador recibe nada.

La solución estándar económica para el juego del ultimátum es que el Proponente ofrezca la suma de dinero más pequeña posible al Receptor y que el Receptor acepte esta oferta, dentro de un campo razonable, cualquier cantidad monetaria es preferible a ninguna. Sin embargo, significativas investigaciones del comportamiento en culturas industrializadas indican que, independientemente de la suma monetaria, la moda de las ofertas está generalmente alrededor de 50% de la cantidad total. Las ofertas bajas (alrededor del 20% del total) tienen una probabilidad de 50% de ser rechazadas. Este hallazgo experimental, con datos considerablemente robustos, demuestra que existen circunstancias en las cuales las personas están motivadas a rechazar una recompensa monetaria.

¿Por qué sucede esto? El juego es tan simple que es improbable que los rechazos se deban a una falta de comprensión de las reglas de juego, o a una incapacidad para conceptualizar una única interacción con un compañero. Oponerse a la injusticia ha sido propuesto como un mecanismo por el cual afirmamos y mantenemos una reputación social, las emociones negativas provocadas por el trato injusto en el juego del ultimátum pueden llevar a la gente a sacrificar considerables ganancias monetarias con el fin de castigar a su compañero. Las ofertas injustas en el juego del ultimátum provocan conflicto en el Receptor entre motivos cognitivos (aceptar) y emocionales (rechazar).

Intrigados por esta singularidad racionalidad, Sanfey, Rilling, Aronson, Nystrom y Cohen, realizaron un estudio para tratar de identificar las correlaciones neuronales entre justicia e injusticia y las contribuciones del proceso cognitivo y emocional a la toma de decisiones humana. Utilizando resonancia magnética funcional, escanearon 19 participantes, cada uno en el rol del Receptor en el juego del ultimátum. A cada participante se les presentó 10 personas, que se les dijo serían sus compañeros de juego. Se les informó que iban a tener una sola interacción con cada compañero y que sus decisiones con cada uno no serían reveladas a los otros, por lo tanto, no podía afectar las ofertas posteriores. Los participantes completaron 30 rondas en total: 10 con un compañero humano (una vez con cada uno de los compañeros), 10 con un compañero computarizado y otras 10 de control, en las que recibieron dinero por la simple pulsación del botón. En todas las rondas se dividieron 10 dólares. En las ofertas hechas por compañeros humanos, la mitad fueron justas, una propuesta para dividir los $10 de manera uniforme, con la mitad restante proponiendo divisiones desiguales (dos ofertas de $9:$1, dos de $8:$2, y una de $7$3). Las ofertas del compañero computarizado fueron idénticas a las de los compañeros humanos (mitad justa, mitad injusta). Las 10 pruebas de control fueron diseñados para controlar la respuesta al refuerzo monetario, independiente de la interacción social.

Los resultados conductuales fueron muy similares a los que se suelen encontrar en los experimentos del juego del ultimátum. Los participantes aceptaron todas las ofertas justas, con tasas de aceptación disminuyentes a medida de que las ofertas se hacían menos justas.  Las ofertas injustas hechas por los compañeros humanos fueron rechazadas en una tasa significativamente más alta que las ofertas hechas por un computador, lo que sugiere que los participantes tuvieron una reacción emocional fuerte a ofertas injustas de los humanos que a las mismas ofertas realizadas por un computador. Las áreas que mostraron mayor activación por ofertas injustas comparadas con las justas fueron la ínsula bilateral anterior, la corteza dorsolateral prefrontal (DLPFC) y el cortex del cíngulo anterior (CCA).  La magnitud de tales activaciones también fueron significativamente mayores con las ofertas injustas de los compañeros humanos, en comparación con las ofertas injustas de los compañeros computarizados. Esto sugiere que estas activaciones no eran solamente una función de la cantidad de dinero ofrecida al participante, sino también fueron especialmente sensibles al contexto, es decir, percibir el trato injusto de otro ser humano.

La activación de la ínsula bilateral hacia ofertas injustas es particularmente interesante por su asociación con estados emocionales negativos, principalmente ira y disgusto. Si su activación es un reflejo emocional negativo del Receptor a una oferta injusta, se puede esperar que la actividad en esta región se correlacione con la posterior decisión de aceptar o rechazar la oferta. La activación de esta zona fue significativamente mayor en respuesta a ofertas injustas que posteriormente fueron rechazadas. En contraste, la DLPFC generalmente se relaciona con procesos cognitivos como mantenimiento de metas y control ejecutivo. Por lo tanto, la activación de la DLPFC que se observó en respuesta a ofertas injustas puede estar relacionada con el objetivo de acumular la mayor cantidad de dinero posible. Una oferta injusta es más difícil de aceptar y por lo tanto, demandas cognitivas más altas pueden ser puestas en el participante con el fin de superar la fuerte tendencia emocional a rechazar la oferta. El resultado de la decisión puede reflejar el acoplamiento relativo entre estas regiones, con mayor activación de la ínsula anterior desviando hacia el rechazo y mayor DLPFC desviando hacia la aceptación. Por último, las ofertas injustas fueron también asociadas con una mayor actividad en el CCA. El CCA ha sido implicado en la detección de conflicto cognitivo, y su activación allí, puede reflejar el conflicto entre las motivaciones cognitivas y emocionales en el juego del ultimátum.

Un sentido elemental de justicia e injusticia es esencial para muchos aspectos de la toma de decisiones sociales y personales, los resultados del estudio proporcionan apoyo a la hipótesis de que las representaciones neurales de los estados emocionales guían la toma de decisiones humana, donde en el juego del ultimátum se encuentran el objetivo emocional de resistir a la injusticia y la meta cognitiva de maximización monetaria, por lo que los modelos de toma de decisiones no pueden ignorar las emociones como un componente vital y dinámico de las decisiones y elecciones humanas en el mundo real.

Nota: Este texto es un resumen de las ideas expuestas en: Sanfey, A.G., Rilling, J.K., Aronson J.A., Nystrom L.E., Cohen, J.D. (2003). The neural basis of economic decision making in the Ultimatum Game. Science, 300, 1755-1758.

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