Auto-destrucción creativa

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Cristian Norberto Gil Ayala

Cuando se habla de destrucción creativa en el ámbito industrial, se refiere a que a través de la historia, y gracias a los procesos de desarrollo que la sociedad misma ha tenido, se plantea un escenario de dejar unas cosas atrás para obtener una nueva. Lo ejemplifica con el paso de la agricultura a las manufacturas en la primera revolución industrial y luego con el paso de las manufacturas al sector de los servicios a mediados del siglo XX. Se plantea una premisa de que la pérdida en los puestos de trabajo, tienen mucha irrupción en el corto plazo pero en el largo plazo han servido para el avance de la sociedad. Se plantea un ciclo continuo de destrucción de puestos de trabajo y luego creación de los mismos, pero en un sector económico naciente, y se pretende perpetuar como un mecanismo de apalancamiento para el progreso económico de la sociedad.

“Todos nos sentamos ante una mesa y tecleamos ante un PC, en silenciosas oficinas con aire acondicionado, ganando unos ingresos decentemente burgueses”, “Los trabajos aburridos, repetitivos e incómodos serán mejor hechos, sin duda, por máquinas” (Coyle, 2002, p 120). Entender las anteriores frases como una descripción de lo que vive el mundo es la situación de muchas personas que se han adaptado a una vida rutinaria y monocromática, trabajos que crean estacionalidad en un mundo dinámico es el camino más fácil a llenarnos de personas que se sienten inseguras e insatisfechas con lo que se ha convertido su día a día. El ser humano ha perdido el deseo de descubrir y entender el mundo que lo rodea, pero no entender los sistemas financieros o las grandes cadenas productivas, me refiero a conocer culturalmente, a entender por qué en otros países hace las cosas como las hacen, o su ubicación geográfica ha marcado sus costumbres. Hemos dejado de ser personas y nos hemos convertido en cifras.

Estamos viviendo en un mundo donde se juzga que una persona es buena o mala para trabajar, aun sin saber si está capacitada para solventar las situaciones que se le van a presentar laboralmente. Pretendemos que las personas sean buenas en todo cuando es el camino más fácil para no ser bueno en nada. ¿Es lo correcto?

Trabajamos tanto que nos hemos olvidado de vivir, es como si el éxito en el trabajo fuera tener una mayor capacidad de endeudamiento, en lugar de tener horas para descansar con la familia, tiempo para visitar otros países. Es tan normal iniciar una rutina a las 5am, cumplir horarios, ir corriendo de un lado a otro y llegar a casa con deseos de descansar para hacer lo mismo el día siguiente que las personas han dejado de disfrutar. “Trabajar para vivir y no vivir para trabajar” es una frase célebre que no importa quién o cuando lo dijo, importa que tanto nuestro trabajo se ha convertido en nuestra vida. Nos hemos vuelto expertos conociendo software y aprendiendo modelos matemáticos que nos hemos olvidado que el mundo es menos teoría y más práctica.

Siempre he soñado con un mundo en el que las personas se dediquen a conocer personas y transmitan su cultura a cambio de aprender de otras tantas, pero obtener recursos para vivir y alimentarse sin estar en una oficina es algo casi utópico, utópico porque se nos ha implantado la idea de que la felicidad es ver muchos ceros a la derecha cada fin de mes, y se nos olvidó que la felicidad es recibir una sonrisa a cambio de hacer un favor, porque a la sociedad se le olvidó que un favor es algo que se hace con la intención de recibir nada pero aprendimos a monetizar todo, que si no supera nuestro umbral de felicidad numérico, no estamos dispuestos a ayudar a quien lo necesita.

El mundo ya cambió, el futuro es ahora y nos hemos convertido en cifras, cifras que dan felicidad a quienes tienen el poder, pero: ¿Qué hay de la felicidad del ser humano que anda a pie y que debe lidiar con más problemas que alegrías? Yo creo que hay que aprender a disfrutar de las cosas simples de la vida, tomar las cosas que lo hagan feliz y dejar a un lado las que no, dicho de otra manera es “Estar preparado para morir hoy mismo”, es una frase un poco fuerte pero que quien la practica puede ganar algo que no se compra y es la felicidad.

¿Acaso hay un modelo único de vivir la vida? La respuesta en un NO rotundo. Hacen falta más personas que no se crean más la mentira de siempre y el encasillamiento para que den un giro a su vida, hace falta más personas que se levanten diariamente a buscar su felicidad. Destrucción creativa no debe ser trabajar en un nuevo sector económico cada tanto tiempo, la destrucción creativa está en romper paradigmas para que cada quien sea feliz con lo que hace, una persona que destruye creativamente es quien es capaz de reconocer que lo que hace no lo hace feliz y pueda dejarlo a un lado, resignar dinero para que “sus pulmones respiren azul clarito”, quien destruye creativamente se acuesta a dormir con una sonrisa y se levanta todos los días dispuesto a transmitirle ese mensaje al mundo.

Bibliografía

Coyle, D. (2006). Sexo, drogas y economía: Una introducción poco convencional a la economía (p. 260). Madrid: Thomson.

Inspirado en Calle 13, Lationamérica, Albúm Entren los que quieran, Sony Music, 2010
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